Plaza San Martín
Esta plaza fue escenario de importantes hechos históricos
Es una de las plazas más antiguas de la Ciudad, escenario de importantes hechos históricos. En 1807, durante la segunda invasión inglesa, se libró en este lugar un combate que resultó en una victoria criolla. Y en 1812, el General San Martín instaló aquí los cuarteles del Regimiento de Granaderos a Caballo, de ahí que al cumplirse el centenario de su nacimiento en 1878 se le diera el nombre de Plaza San Martín.
El trazado actual de la plaza es el resultado de distintos proyectos llevados a cabo por la Municipalidad de Buenos Aires. El paisajista francés Carlos Thays, responsable de muchos de los principales espacios verdes de la ciudad y Director de Parques y Paseos a partir de 1891, realizó aportes significativos e incorporó nuevas especies a su vegetación.
Además de sus variados ejemplares autóctonos y foráneos, la Plaza San Martín presenta importantes monumentos y obras escultóricas como, por ejemplo, el Cenotafio a los Caídos en Malvinas y el monumento al General San Martín.. En 1942 fue declarada Lugar Histórico.
En sus orígenes, la actual plaza San Martín se encontraba alejada del núcleo central conformado alrededor de la Plaza Mayor. Los primeros datos se remontan a la última década del siglo XVII, cuando el gobernador Agustín de Robles construyó allí su casa de campo. La propiedad pasó, a principios del siglo XVIII, al comerciante Miguel de Riglos. Sus tierras se extendían desde las actuales Marcelo T. de Alvear y Florida, hasta Arenales y Maipú.
Así como muchas plazas surgieron en torno a sitios de mercado, así también lo hizo la plaza San Martín. Solo que el más vil de todos: la trata de negros. Riglos le alquiló la propiedad a la Compañía de Guinea para que alojara esclavos entre 1704 y 1706. Alternó luego entre ingleses y españoles, hasta que quedó en manos de la corona española, que la vendió en subasta pública en 1772.
Dos años antes, se había levantado en la ceja de la barranca una batería para la Escuela Práctica de Artillería, un cuerpo de guardia y otros dos pabellones contiguos a la casa de Robles (luego Arenales entre Maipú y Florida). Con los albores del siglo XIX, la zona adquiría nueva fisonomía dado que, en 1801, se inauguró allí una Plaza de Toros, que vino a reemplazar la del hueco de Monserrat. Admitía 10.000 espectadores, lo cual era muchísimo en una ciudad cuya población era de 40.000 personas.
En 1807, a raíz de la derrota de los invasores ingleses y la firma de su capitulación producida en este sitio, el lugar adquirió el nombre de Campo de la Gloria. Con el primer Gobierno Patrio, en 1810, pasó a ser la Plaza de Marte, en alusión al dios romano de la guerra, y dada la cercanía de los cuarteles. Fue la primera vez que se usó la denominación “plaza” para el lugar elegido por San Martín en 1812 para organizar el Regimiento de Granaderos a Caballo. Desde aquí partieron para su bautismo de fuego en San Lorenzo y los mismos cuarteles fueron testigos de su glorioso regreso.
En 1818 se agregó al cuartel una galería aporticada, que desde entonces sirvió de marco a una plaza que, durante décadas, siguió siendo un gran baldío. En 1819, el gobernador Eustoquio Díaz Vélez ordenó la demolición de la plaza de Toros.
En 1856, se asentó en los terrenos que luego serían plaza Britania –hoy Fuerza Aérea Argentina– la inglesa Compañía Primitiva de Gas, incorporando al paisaje un humeante símbolo del progreso: su chimenea. Proveían alumbrado a la ciudad. Ese mismo año, la recién creada Municipalidad de Buenos Aires anunció la formación del paseo Guardia Nacional, en la zona conocida como el bajo del Retiro, donde el río bañaba los pies de la barranca, actual Av. Leandro N. Alem. El sitio ya no era tierra baldía. Se notaba una intención de embellecimiento a través de la forestación. Una verja perimetral protegía la arboleda, y delimitaba sectores destinados a los caminantes, que podían descansar en bancos estratégicamente ubicados.
En 1860 se organizó un concurso para realizar un monumento al Gral. Don José de San Martín, con la intención de convertir a la Plaza de Marte en uno de los más bellos paseos que adornaran la ciudad. Presentaron sus proyectos cuatro conocidos estudios profesionales: Guerrico & Barrabino, Hunt & Schroeder, Le Blanc & Pondal y José Canale. Resultó ganador este último.
Pero el terreno era muy irregular, y presentaba varios desafíos. La solución fue nivelar hacia arriba, proyectándose nueve escalinatas de mármol que servirían de accesos. En 1861, esta “hermosa plaza destinada al paseo” –según la Memoria Municipal– no estaba aún terminada. Hubo que recaudar más fondos. Entre otros, el general Urquiza efectuó donaciones, tanto para la futura estatua como para la construcción del Paseo de Marte, según consta en los libros contables del Palacio San José, en Gualeguaychú.
La idea de realizar un monumento conmemorativo al General San Martín surgió en la sociedad chilena. Fue, en realidad, Benjamín Vicuña Mackenna quien propuso que se le realizara un homenaje escultórico. Se conformó, entonces, una comisión de homenaje de la que él era secretario, desempeñando un rol fundamental como ejecutor del proyecto.
El elegido fue el escultor francés Louis Joseph Daumas (1801-1887), que se había formado con David d’Angers y ya había realizado varias figuras ecuestres. La ejecución de la obra no podía demorarse más de dos años. El modelo iconográfico elegido imitaba, según Bonifacio del Carril, a la estatua ecuestre de Luis XIV realizada por François Joseph Bosio en 1822, que se encuentra en la Place des Victoires en París. El caballo se afirmaba al basamento por las patas traseras, y también por la cola, respondiendo a la concepción artística del autor, y al problema de los movimientos sísmicos andinos. La escultura llegó a principios de 1861 a Chile, pero fue inaugurada con motivo del 45º aniversario de la batalla de Maipú el 5 de abril de 1863.
Unos años antes, en 1859, la Municipalidad de Buenos Aires –enterada de la iniciativa chilena–, decidió que nuestro país no podía dejar de organizar un homenaje a uno de los héroes máximos de la independencia americana, y encomendó a una comisión de vecinos del barrio del Retiro, la tarea de resolver dónde se emplazaría el monumento y contratar al escultor. La comisión estuvo presidida por Joaquín Cazón y el secretario fue Leonardo Pereyra. Le pidieron al mismo Daumas que hiciera una réplica de la estatua destinada a Chile, pero con dos modificaciones sustanciales: la cola del caballo no apoyaba en el plinto y San Martín no fue representado con la bandera, sino indicando el camino a sus soldados, como lo había pintado Théodore Géricault en su retrato litográfico de 1819.
El grupo ecuestre llegó a Buenos Aires desarmado el 13 de abril de 1862 y el 13 de julio se realizó la inauguración. La ceremonia fue presidida por el General Mitre, gobernador de Buenos Aires, a cargo del Poder Ejecutivo.
Etiquetas : Lugares
Carlos Perez
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